Seleccionar página

Las ciudades de México, Veracruz y Puebla duplican su superficie cada 20 años, de acuerdo con un análisis comparativo desarrollado por el doctor Sergio Padilla Galicia, investigador del Departamento de Evaluación del Diseño en el Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana(UAM).

Entre 1970 y 2010 –periodo de estudio– el territorio de la capital del país aumentó en 3.57 veces; 6.9 el de Puebla y 4.33 el de Veracruz, lo que significó incrementos de cada área urbana de 72, 86 y 77 por ciento, en ese orden, aseveró el profesor de la Unidad Azcapotzalco.

Esta metropolización, implica la constitución de aglomeraciones más allá de la urbe tradicional, así como de suburbanización «informal» de grandes extensiones de tierra en las periferias y de “rururbanización”, sobre todo en los casos de México y Puebla.

La expansión hacia el perímetro muestra cómo la superficie urbana supera los límites administrativos y políticos de los municipios que al inicio los contenían, constituyendo zonas conurbadas, precisó el especialista en ordenación del territorio por la Universidad Politécnica de Madrid, España.

Este trabajo permitió identificar el aumento incontrolado hacia los suburbios, integrados por carreteras de acceso; el desarrollo expansivo y discontinuo generador de huecos o vacíos humanos; las condiciones geográficas que moldean y determinan la morfología de las metrópolis, pero sin ser factor de contención; la incorporación de amplias franjas agrícolas y naturales, y la depredación de recursos naturales.

La gran dispersión de las ciudades de México, Veracruz y Puebla a un ritmo mayor al de la progresión poblacional se ha mantenido como resultado de las fuerzas del sistema económico, social y político de México.

Los ritmos y los modos de extensión de las ciudades –“como una mancha de aceite”– son similares, así como en términos morfológicos, ya que crecen hacia la periferia y los elementos naturales –ríos, montañas y cuerpos de agua– que parecieran contener o moldear esa figura no han sido limitantes, sino que de manera orgánica siguió los ejes carreteros y generó un sistema atomizado de fragmentos en los alrededores, concluyó.