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Rubber masks depicting U.S. President-elect Donald Trump (top L), Hillary Clinton (top 2nd L), Japan's Prime Minister Shinzo Abe and U.S. President Barack Obama (top R) are seen at the Ogawa Studios, a mask making company, in Saitama, Japan, November 21, 2016.   REUTERS/Toru Hanai

En su última rueda de prensa del año, el presidente Barack Obama hizo eco de la queja sobre el desempeño de los medios en la pasada campaña, que resonó constantemente en los cuarteles de los dos principales candidatos y en la opinión pública.

La queja del mandatario se sumó a las constantes críticas del ahora presidente electo Donald Trump, quien acusó a los medios de comunicación de deshonestos por la cobertura de su campaña, por lo que varios de ellos fueron impedidos de asistir a sus actos.

Tanto Trump como sus colaboradores denunciaron que su campaña fue objeto de una cobertura negativa, tendenciosa y sensacionalista, en particular la que se derivó de la revelación de un audio durante la grabación de un programa de televisión, una década atrás, en la que el republicano hace comentarios de tipo sexual.

La campaña de Hillary Clinton, por su parte, consideró que la cobertura sobre el escándalo de los correos electrónicos durante su gestión como secretaria de Estado contribuyó a su sorpresiva derrota en las elecciones del 8 de noviembre pasado.

Un reporte del Centro Shorestein sobre Periodismo de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard parece sustentar parte de esta queja.

La conclusión del reporte, basado en el análisis de la cobertura de algunos de los principales medios a partir de la segunda semana de agosto pasado, fue que tanto Trump como Clinton recibieron una cobertura negativa en su tono y superficial en materia de política.

Por ejemplo, la cobertura de controversias en torno a Trump y Clinton fue 91 por ciento negativa, contra una cobertura positiva de apenas 9.0 por ciento, mientras que respecto a cualidades personales, las cifras fueron de 80 contra 20 por ciento.

Aún la cobertura de sus posiciones frente a políticas estuvo dominada por el tono negativo (84 por ciento), en tanto que aquella que tuvo un corte positivo alcanzó apenas el 16 por ciento.

Thomas Patterson, autor principal del reporte, hizo notar que el tono negativo de la cobertura no fue exclusivo a esta elección presidencial, pues se inscribe en un patrón que se ha visto desde 1980 y no se ha limitado sólo a comicios.

Señaló que aunque una saludable dosis de negatividad constituye sin duda algo bueno, un flujo constante de criticismo “tiene un efecto corrosivo, que socava de manera innecesaria la confianza en los líderes políticos y en las instituciones, y debilita la confianza en el gobierno y sus políticas”.

Según el académico, este factor resultó también en una clima en la prensa dominado por falsas equivalencias, que puede engañar a los votantes en torno a las opciones que tienen frente a sí.

De acuerdo con el reporte, la cobertura durante la pasada elección de medios como Los Ángeles Times, The Washington Post, The New York TImes, USA Today, The Wall Street Journal y las televisoras CBS, CBS, NBC, CNN y Fox, tuvo un tono negativo.

El porcentaje de cobertura negativa fue similar para los dos candidatos, con 87 por ciento.

El reporte hizo notar además que mientras Clinton era atacada en la prensa, Trump cuestionaba a ésta, acusando a los medios de tratar de manipular la elección en favor de la candidata demócrata.

Sin embargo, aunque Trump fue objeto de un mayor seguimiento noticioso durante la elección general, a lo largo de todo el proceso electoral Clinton fue un blanco frecuente de una cobertura negativa (62 por ciento contra 56 por ciento del candidato republicano).

La cobertura de la prensa sobre los candidatos presidenciales, que incluyó también al libertario Gary Johnson y la aspirante del Partido Verde, Jill Stein, pareció además haber estado sesgada.

Muchos periodistas explicaron que el enfoque de sus coberturas sobre Trump se debió a que éste estuvo siempre disponible para la prensa, sin embargo, el reporte consideró que candidatos como Johnson y Stein, ansiosos de cobertura, fueron ignorados a lo largo del proceso.

El análisis destacó además la ironía que significa el hecho de que el predominio de historias negativas en la prensa, socava la confianza en los medios por parte de la opinión pública.