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El presidente electo Andrés Manuel López Obrador dio marcha atrás a su promesa de campaña de llevar a la cárcel a servidores públicos que hayan cometido actos de corrupción y enriquecerse ilícitamente. Este lunes dijo tajante que no perseguirá a presuntos responsables de actos de corrupción que los hayan cometido en las anteriores administraciones.

Atrás quedaron las acusaciones que hacía López Obrador a la “mafia del poder” que no era otra cosa que gobernantes y funcionarios corruptos que echaban al “caño de la corrupción” más de 500 mil millones de pesos cada año: “Se trata de un punto final a la época en que un gobierno entrante perseguía a ex funcionarios que presuntamente habían cometido actos de corrupción. Es un perdón, sí, es un perdón. Así, es lo que se está planteando”, remarcó.

López Obrador cree que con ese perdón y olvido se acabará “la historia trágica, horrenda, de corrupción, de impunidad, que se acabe la etapa antipopular entreguista y se inicie una etapa nueva”. Recalcó que perseguir a presuntos exfuncionarios corruptos crearía condiciones de discusión en el país que él no considera

“He venido sosteniendo desde la campaña que nosotros no apostemos a la persecución, no es mi fuerte la venganza y no creo que sea bueno para el país el que nos empantanemos en estar persiguiendo a presuntos corruptos”, dijo sin miramientos.

Argumentó que las cárceles no serían suficientes para encarcelar a todos los que han cometido actos de corrupción y sostuvo que de ejecutar esa política tendría que empezar por “los de más arriba”, aunque aclaró que no se trata de truncar  procesos judiciales ya abiertos por la actual administración, los cuales, insistió, deben seguir su curso legal.