Previo al retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, defensores de derechos humanos advierten medidas crueles para la separación forzada de niños de familias inmigrantes y de detenciones en lugares antes considerados como refugios, entre ellos iglesias, hospitales y escuelas.
Un informe de Human Rights Watch documenta cómo la política de “tolerancia cero” durante la primera presidencia de Trump separó a más de 4 mil 600 niños de sus padres, y que seis años después, mil 360 de estos menores de edad no han logrado reencontrarse con sus familias.
Para estos expertos, al implementar esa política, en muchos casos las autoridades rehusaban revelar a los padres el paradero de sus hijos, lo cual constituye el delito bajo la ley internacional de desaparición forzada y, aún más, con el dolor y consecuencias sicológicas, esa práctica puede haber constituido tortura.
“Las separaciones forzadas de familias podría haber resultado en tortura, definida como infligir intencionalmente dolor o sufrimiento severo para un propósito inapropiado por un agente de un estado”, señala el informe.