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El candidato republicano, Donald Trump, volvió a agitar este domingo el fantasma del fraude electoral, en una jornada en la que su rival Kamala Harris pidió pasar página para «curar la división» en Estados Unidos, a dos días de unas elecciones presidenciales muy reñidas.

A pesar de que no hay pruebas de que se haya cometido un fraude electoral significativo, el expresidente afirmó en Pensilvania que los demócratas «luchan muy duro para robar» los comicios. 

Recordó el intento de asesinato en su contra en julio y añadió que, para que se repitiera, la bala tendría que atravesar la multitud de medios de comunicación. 

Para atraparme, alguien tendría que disparar a través de las noticias falsas, y eso no me molesta tanto. No me molesta», afirmó entre risas.

En la recta final, aumenta el miedo a un posible estallido de violencia si Trump pierde y se niega a reconocer su derrota, como hizo en 2020.

Harris estimó este domingo en Míchigan que las acusaciones tienen como objetivo que la gente crea que «su voto no importará», pero es ella la que «determinará el resultado». 

Pensilvania es uno de los estados más codiciados de los siete considerados pendulares, aquellos que no han sido bastión del Partido Republicano ni del Demócrata y que suelen decidir el resultado electoral por solo decenas de miles de votos.

En este estado, donde viven cientos de miles de puertorriqueños, a Trump podría costarle caro el comentario de un humorista que dijo en uno de sus mítines que Puerto Rico es como una «isla flotante de basura».

“Corrupto»  

Compito contra una persona totalmente corrupta, en realidad no compito contra ella, compito contra una máquina corrupta llamada el Partido Demócrata, un partido totalmente corrupto», afirmó Trump, conocido por sus salidas de tono.

Prometió a sus seguidores que, si gana, «Estados Unidos será más grande, mejor, más audaz, más rico, más seguro y más fuerte que nunca», porque acabará con la inflación y detendrá «la invasión» de migrantes.

El candidato republicano también irá a Carolina del Norte (que ya visitó el sábado dos veces) y Georgia.

Este domingo, Harris apuesta todo a Míchigan, un emblema del llamado «cinturón del óxido», región del Medio Oeste de Estados Unidos marcada por el declive industrial.