En el Complejo Cultural Los Pinos, el grupo El Haragán y Cía, referente del rock mexicano, entregaron un regalo envuelto con música. El presente contenía una esencia especial: la libertad, ésa que permite vivir una tarde como la que ofreció el combo liderado por Luis Álvarez, uno de los mejores letristas del género, que ejecutó un concierto con perfume sublime.
En el recinto de Chapultepec, Álvarez y sus compañeros (Francisco Yescas en la guitarra, Christian Rodríguez en el bajo, Levith Vega en la batería y Juanito en el saxofón) hicieron cantar y gozar a egresados de centros penitenciarios y sus familias, a seguidores de toda la vida y a uno que otro que por casualidad se enteró de que en el ex helipuerto se podría escuchar a esta agrupación que hace blues, rocanrol, punk y hasta rockabilly, pero más aún, canta letras del juglar contemporáneo Álvarez.
La música de El Haragán es la banda sonora de vida de muchos, y le puede gustar tanto a un chavo de Ecatepec o Neza como a uno de Coyoacán.
Viene de la tocada marginal pero ahora se puede oír hasta en la Fonoteca Nacional, que en su acervo tiene las rolas de Álvarez, soñador y aguerrido creador de emblemáticas piezas como Basuras o ¿Qué va a ser de el Dios? que en el concierto fueron coreadas por todos.
La banda se presentó en el contexto del Tercer Festival para la Libertad, organizado por el Instituto de Reinserción Social del gobierno de la CDMX, donde creó un ambiente por demás espléndido y de emoción para los que ahora pueden ver el sol, las nubes y escuchar los sonidos de la calle, pero sobre todo, estar con sus amados y abrazarlos, además de vibrar con un grupo que conocí adentro y ahora veo en vivo, como dijo a este medio Carlos, quien estuvo guardado mucho tiempo.
¿Qué mejor regalo que ver al mejor grupo de rock en México en libertad? expresó por su lado Tomás, otro ex interno, quien con su familia degustó un grupo esencial en el ecosistema del rock nacional, que gesta una serie de reflexiones del rutinario caos citadino, pintando en el imaginario colectivo historias convertidas en melodías, como anuncia la propia banda. O sea, un haragán muy chambeador, que lo mismo se ha rifado en tocadas en barrios de Tlalnepantla o Naucalpan, que en el Teatro Metropólitan, el desaparecido Toreo de Cuatro Caminos, la Plaza de Toros México o el Madison Square Garden, de Nueva York.
Gocen de la libertad que ya tienen… Cero fallas, si no, de regreso a la escuelita, dijo en tono irónico Luis Álvarez, y luego se escuchó el rocanrol a todo decibel por medio de sus ejecutantes, que se entregaron totalmente.