Una urna con las cenizas de Ernesto Gómez Cruz, fallecido el pasado 6 de abril, y el Ariel de Oro que recibió en 2014 estuvieron presentes en el homenaje póstumo que se rindió al primer actor en el Palacio de Bellas Artes. Les tengo una sorpresa, no vine sola, dijo Martha, hija del famoso por su papel de El Azteca en la película Los caifanes, al señalar la urna.
Antes de recibir la Medalla de Oro Bellas Artes post mortem que el INBAL concedió a su padre, Ernesto Gómez, hizo un recuento de la vida del actor para luego centrarse en su capacidad camaleónica para crear los entrañables personajes de las casi 200 películas en las que participó.
Personajes a veces divertidos, en ocasiones contestatarios, con los que luego abordaba temáticas incómodas para su tiempo. Gómez Cruz trabajó con los grandes directores de su momento, responsables de impulsar un nuevo cine de jóvenes formados por la academia, apuntó Gómez Barrientos.
Parece tan simple; sin embargo, se creaba la base de una nueva forma de hacer cine que daba pie a una época privilegiada del cinema mexicano que sería reconocido en el mundo al traer premios de talla internacional, acotó.
Al entregar la Medalla de Oro Bellas Artes post mortem, Lucina Jiménez, titular del Inbal, dijo que desde 2019 se tuvo la idea de hacer un homenaje a Gómez Cruz, pero la pandemia se nos atravesó y hubo que transitar por un proceso de suma complejidad.
El galardón, continuó, es un reconocimiento a la capacidad que Gómez Cruz tuvo de decidir su destino, construirlo y forjarlo, ganarse un lugar en la escuela nacional de teatro y después actuar en congruencia.
El maestro siempre dijo que había que respetar el escenario, alejarse de la mediocridad y construir los personajes de manera rigorosa desde el corazón.