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Una tarea que dejó el profesor de historia fue la semilla; el montaje de Bernardo Bertolucci sobre el último emperador manchú lo cambió todo para un estudiante de secundaria que se enfilaba a ser médico. 

“Esa película me impactó y fue a través de ella que empecé a sentir mucha curiosidad por China”, cuenta Pablo Mendoza Ruiz, cineasta mexicano que lleva casi dos décadas en Pekín. Fue a través del cine que China apareció primero como un punto de interés, luego como una escuela y actualmente como su casa. 

El último emperador fue un vistazo definitorio, pero de ahí las obras de Wong Kar-wai, Zhang Yimou, Hou Hsiao-hsien y otros autores se volvieron las primeras ventanas al cine chino, a algunas se asomó tantas veces que ya le resulta difícil contar cuántas, como en el caso de In The Mood For Love.

Pablo Mendoza Ruiz es el primer latinoamericano en llegar a una de las tres mejores universidades a escala mundial para estudiar cinematografía, la Academia de Cine de Beijing (BFA, por su sigla en inglés).

Desde muy joven, el mexicano tuvo interés por las narraciones de la gran pantalla, recibía bocanadas de cine asiático que llegaban a la Cineteca Nacional, pero yo no sabía que se podía estudiar cine, comenta en entrevista.

Él todavía se encontraba en área dos, preparándose para entrar a Medicina, cuando supo de la existencia de la ahora Escuela Nacional de Artes Cinematográficas, en la que hizo examen para ocupar uno de los 15 lugares que se ofertaban en ese momento.