Cuando Charline Van Snick coquetea con otra atleta femenina después de ganar la medalla de bronce en judo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, dijo que su entrenador le señaló que necesitaba permanecer en el clóset para el futuro de su carrera.
“Fue un momento en el que no me sentí yo misma”, dijo la atleta olímpica belga retirada de 33 años. “Me dijo: ‘Charline, tienes que caber en la caja’. Todo el mundo te está mirando y tienes que ser heterosexual. Entendí que no es un lugar para ser uno mismo, no es un lugar para ser LGBTQ+”.
Los Juegos Olímpicos han dado pasos de gigante en los años transcurridos desde entonces y en París 2024 establecieron un récord por la mayor cantidad de atletas que son abiertamente LGBTQ+. No obstante, los activistas y atletas dicen que el deporte internacional tiene un largo camino por recorrer para abrirse a la comunidad queer.
Ha habido protestas de grupos religiosos y otros por la ceremonia de apertura del viernes, que incluyó a la DJ y productora Barbara Butch, un ícono LGBTQ+, flanqueada por artistas drag y bailarines en una escena que los críticos interpretaron como una burla de “La última cena” de Leonardo da Vinci. Butch dice que su abogado ha presentado denuncias por amenazas y otros abusos que ha enfrentado en línea después de la ceremonia.
Durante la gala, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, envió un mensaje en su discurso: “En nuestro mundo olímpico, todos pertenecemos”. Las autoridades parisinas mantuvieron su impulso por la inclusión el lunes por la noche con la apertura de la Casa del Orgullo Olímpico, ubicada en un barco que flota en el famoso río Sena de la ciudad. La ministra francesa de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, dijo que estaban “enviando un mensaje de inclusión” en estos Juegos.