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La voz creativa de la cineasta, guionista y escritora Paula Markovitch es contestataria, arriesgada y poco convencional. Su búsqueda en el séptimo arte se ha centrado en el retrato del “momento vivo, ya sea a través de la improvisación y el trabajo con actores no profesionales, como en la libertad en los movimientos de cámara: una cámara que imita la frescura de una pincelada”; sirve para ofrecer una monografía sintetizada de una creadora orgánica y profunda con perennes ánimos de indagación.

Markovitch, nacida en Buenos Aires en 1968, pero quien a los 22 años llegó a vivir en México, será la próxima protagonista del ciclo Conversando con nuestros cineastas, que se realiza en la Cineteca Nacional, donde los asistentes podrán “sumergirse en la propuesta de una artista fiel a sí misma, a su libertad, a su postura crítica acerca del estado del cine latinoamericano actual, en el que muchas veces se retrata la miseria, la violencia y la sordidez, desde el prejuicio y el privilegio”.

Asimismo, a partir del 10 agosto, día en el que estará frente al público de la Cineteca, se comenzará a exhibir parte de su obra cada jueves del mes. Paula Markovitch, hay que decirlo, construye personajes multifacéticos y, en cuanto a la puesta en escena, encuentra la belleza en la simplicidad del azar. La esencia de sus procesos creativos tiene el aroma de estar enfocada a hacer un cine “que tenga una perspectiva descolonizada.

Quiero presentar en mis obras a personajes que no están definidos por sus circunstancias y que son misteriosos, salvajes, inexplicables y únicos; personajes que no son la ilustración de un problema. Siento que a los cineastas latinoamericanos se nos orilla a hablar de temas realistas con problemas sociales. Pero nosotros no sólo somos nuestra problemática; somos mucho más que eso: unos seres singulares, extraños.

A veces, el cine europeo o el gringo permite la creación de historias en las que los personajes “no responden a ninguna problemática, sólo son únicos y singulares, y parecería que nosotros, como latinos, tenemos que hablar siempre de nuestros problemas”. Su enfoque como artista, comparte a este medio, es hacer un “cine descolonizado que hable de nuestros problemas, pero por medio de personajes únicos. “El cine actual debe dar espacio a la alegría: “cuando más duras son las circunstancias, los seres humanos nos aferramos más a la momentánea felicidad”.

Markovitch destaca que la sociedad mexicana “es muy alegre, con mucha plenitud, y a veces no lo veo reflejado en el cine. Siento que es saludable poner un espejo a esa vitalidad, celebrar que estamos aquí”.