Esta es la época del año en que la compleja maquinaria de la temporada de premios de Hollywood está a todo vapor. Hay estrenos festivos y funciones especiales por montones, parte de un plan cuidadosamente orquestado para agradar a los expertos y, sobre todo, a los votantes de la academia.
Las películas podrán estar listas, pero su fortuna en los Oscar está en juego hasta que las boletas se entregan. Un brillante ecosistema de cocteles y coloquios busca cambiar el rumbo de la conversación hacia ellas.
Este año, con muchos en cuarentena, los cines cerrados en Los Ángeles y Nueva York, y asuntos más apremiantes que quién es nominado a mejor actor de reparto, la temporada de premios transcurre en un extraño vacío creado por el COVID-19 con muy poco de eso que suele alimentarla: el alboroto.
Para la fundadora de Awards Daily Sasha Stone, quien ha cubierto los Oscar desde el 2000, es algo nunca visto: una temporada de premios sin glamour, alfombras rojas ni nada que se sienta real. Compara la contienda de este año con los escombros que quedan flotando tras el naufragio de un barco.
Falta el factor ‘¡guau!’. Los Oscar se han construido sobre la base de eso de alguna manera”, dice Stone.