La banda británica `Oasis` saldó el fin de semana una deuda de 17 años con sus fans mexicanos; cuerpos apiñados, gritos que rasgaban el aire y manos alzadas anunciaban que, finalmente, la espera estaba a punto de terminar.
Liam y Noel Gallagher aparecieron tomados de la mano. La primera nota de Hello golpeó a la multitud como un relámpago. Liam permaneció inmóvil en el centro, con las manos entrelazadas detrás de la espalda, mientras Noel extendía la guitarra y cada acorde iba cargado de historia y memoria viva.
Paul Bonehead Arthurs, Andy Bell, Gem Archer, Christian Madden y Joey Waronker sostuvieron la energía que convirtió cada canción en un terremoto de emociones.
La tarde anterior ya había dejado señales del rencuentro. Drones iluminaron el cielo de Chapultepec con el logo de la banda, sorprendiendo a paseantes y anticipando lo que ocurriría.
En los alrededores del estadio, playeras de ediciones agotadas convivían con gorras estilo Gilligan (que el vocalista puso de moda) y vinilos que circulaban entre manos, completando un paisaje humano saturado de memoria y devoción.
Los coches lucían stickers de la banda en cajuelas y vidrios traseros, mientras grupos de amigos cantaban fragmentos de Supersonic y Some Might Say. Un breve aguacero no consiguió dispersar a la multitud, que se protegió bajo lonas improvisadas sin perder la intensidad ni la emoción.
Como banda telonera Cage the Elephant ofrecio rock directo, preparando al público para la reunión de los Gallagher. Entre los asistentes, unos esposos se colocaron los rostros de Noel y Liam impresos detrás de la cabeza, lo que provocó risas y comentarios.
Un joven preguntó a su novia por teléfono: “¿Dónde estás?”. Ella respondió, entre risas: “Detrás de Liam”.
El aire olía a humo de cigarro y marihuana mezclado con calor y excitación. El repertorio recorrió canciones como Definitely Maybe y (What’s the Story) Morning Glory? Cada acorde de Morning Glory, Cigarettes & Alcohol y Roll With It estremeció a los presentes. En un momento, el vocalista pidió a todos los asistentes voltear hacia atrás y seguir su ritmo.
El Estadio GNP Seguros respondió: cuerpos balanceándose al unísono, un mar de movimiento que obedecía a una sola voluntad.
Stand by Me encendió celulares formando constelaciones humanas hasta la última grada. Las pantallas proyectaron fotos familiares, que dieron un toque íntimo al espectáculo. Slide Away provocó suspiros, mientras Whatever y Little by Little demostraron que la agrupación inglesa construye atmósferas capaces de absorber a quienes se entregan a su música.
Durante Live Forever, la banda rindió un guiño a The Beatles con fragmentos de Octopus’s Garden. Los fanáticos recibieron el detalle con entusiasmo, y el momento añadió un matiz histórico al concierto, al unir la influencia británica que marcó a Oasis con la memoria colectiva del público.
La interpretación presentó pausas precisas, miradas cómplices entre los Gallagher y gestos que reflejaron su característico humor irreverente. Además, dejó claro que, pese a los años y conflictos, la música sigue siendo un territorio compartido.