Seleccionar página

Al participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde la ciudad de Barcelona funge como invitada de honor, el cantautor, empujado a un exilio forzoso, hizo un reconocimiento: “encontré mi casa en México”, que se convirtió en un refugio afectivo y cultural.

Relató que él viene de un barrio obrero, lleno de migrantes, que es su “material creativo; no podía escribir lejos de mi realidad”. Asimismo, señaló que ha renunciado a cualquier tipo de jubilación.

Apenas tomó el micrófono, el compositor barcelonés Joan Manuel Serrat soltó una frase que atravesó la sala de prensa y ordenó el caos de celulares y cámaras que lo seguían por los pasillos de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en el acto que, sin duda, ha sido el más importante del encuentro librero.

“La jubilación es una palabra fea… y además es mentira: he renunciado a cualquier tipo de jubilación”. No era sólo una broma, sino la entrada perfecta para quien el viernes recibirá el doctorado honoris causa otorgado por la Universidad de Guadalajara.

La afirmación arrancó risas y alivió la tensión de una sala desbordada. A sus 81 años, Serrat volvió a México con humor, serenidad y ese filo lúcido que no se oxida, justo cuando Barcelona, su ciudad natal, funge como Invitada de Honor del encuentro librero.

“Quería estar en Guadalajara; si no me hubieran invitado, me habría invitado yo mismo”, afirmó, provocando de inmediato el entusiasmo de los presentes.

Con la calma que sólo se alcanza después de medio siglo de escenarios, habló de su origen. “Soy barcelonés. Nací en un barrio obrero, entre el mar y la montaña, lleno de inmigrantes. Ese territorio es mi único verdadero material creativo. No podía escribir lejos de mi realidad.

“Hoy, ese barrio se ha transformado y está habitado por latinoamericanos y árabes, gente que, igual que entonces, llega buscando una vida mejor.”