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Con una canción sobre el amor no correspondido, JJ, de Austria, ganó el concurso de Eurovisión de 2025 en Suiza. El contratenor se impuso en las votaciones de los jurados nacionales de toda Europa Wasted Love, que mezcla los tonos líricos con una base rítmica moderna.

Durante la presentación de Israel, de la mano de la cantante Yuval Raphael, quien con su canción quiso lanzar un mensaje universal de esperanza y solidaridad, más allá del llamado a boicotear la presencia de Israel en el festival de la canción europea.

Todos lloran, no llores solo, canta Raphael entre la grandilocuencia de Broadway y los toques de cuerdas de Oriente Medio.

La vida continuará… la oscuridad se desvanecerá, todo el dolor se irá. Dicho esto, cantarla en una opulenta escalera bañada en cristales mientras nuestras noticias están llenas de niños palestinos demacrados en casas bombardeadas todavía parece una provocación.

Podría llamarse lavado de imagen. Podría argumentarse que una audiencia televisiva mundial de 180 millones debería percibir el nivel de solidaridad con el sufrimiento de los civiles palestinos, incluso a través del ruido de la multitud, endulzado con audio, en la señal de televisión.

Pero hay un matiz amargo en lo que Martin Green, director del concurso llama una respuesta mixta de vítores y abucheos para la propia Raphael esa noche. Hemos empezado todo esto con la esperanza de restaurar un sentimiento de unidad, de tranquilidad y de solidaridad en un mundo complicado, declaró Martin Green, director del concurso, con los ojos empañados en lágrimas.

En medio de esta polémica participación, la televisión pública española, RTVE, desafió al organismo rector del festival, que le había advertido que dejara de hacer referencia a la guerra en Gaza bajo amenaza de sanción.

Antes de comenzar la retransmisión de la final, RTVE difundió un mensaje en pantalla en español e inglés en el que se leía: Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y justicia para Palestina.

Las manifestaciones contra la guerra en Gaza, que movilizaron a miles de personas en la edición pasada en la ciudad sueca de Malmö, no generaron sin embargo tanto interés en Basilea.