Un nuevo estudio reveló que el intestino tiene una conexión más directa con el cerebro mediante un circuito neuronal que le permite transmitir señales en pocos segundos.
El hallazgo podría derivar en el desarrollo de nuevos tratamientos para obesidad, trastornos alimentarios, inclusive depresión y autismo, los cuales se han relacionado con un mal funcionamiento del intestino.
En 2010, el neurocientífico de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, Diego Bohórquez observó que las células enteroendocrinas, tienen protuberancias parecidas a los pies que se asemejan a las sinapsis usadas por las neuronas para comunicarse entre sí.
Este tipo de células observadas por Bohórquez cubren el revestimiento del intestino y producen hormonas que estimulan la digestión y suprimen el hambre.
De acuerdo con la revista «Science», el científico sabía que las células enteroendocrinas podrían enviar mensajes hormonales al sistema nervioso central.
No obstante, Bohórquez se cuestionó si estas podían “hablar” al cerebro a través de señales eléctricas, como las neuronas. De ser así, se tendrían que comunicar a través del nervio vago, que viaja desde el intestino hasta el tronco encefálico.