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Después de consumar la victoria más relevante de su vida como tenista, Renata Zarazúa fue franca al decir que México tiene pocos tenistas, pero que los que están ahora en los circuitos profesionales siempre tratan de dar lo mejor de sí mismos cuando salen a las canchas.

Somos un país en el que no tenemos a muchas jugadoras de tenis, pero me han apoyado algunos tenistas mexicanos de dobles (en las gradas). “Solo tratamos de dar lo mejor, definitivamente”, dijo después de haber vencido al número 6 del mundo en la primera ronda del US Open 2025.

Zarazúa es heredera de un linaje tenístico en su familia. Sus resultados la colocan como el más brillante referente del tenis femenil mexicano en los últimos años y que sigue la estela de logros que dejó hace 30 años Angélica Gavaldón como la más destacada tricolor en las pistas de la WTA.

Renata Zarazúa hizo del tenis una pasión desde la cuna gracias a la influencia de su tío abuelo Vicente Zarazúa, quien fue uno de los más destacados tenistas mexicanos en la década de los 60, deslumbrando con una presea dorada en los Juegos Olímpicos de México 1968, cuando el tenis fue un deporte de exhibición.

En el caso de Renata, a los 15 años decidió hacerse profesional en 2012, dando sus primeros pasos en eventos del circuito ITF, en los que ganó dos títulos individuales (Montevideo 2023 -en el que venció a Diane Parry, su próxima rival en el US Open- y Charleston II 2024) y uno en dobles (Puerto Vallarta 2024); también tuvo una inmersión muy joven en los WTA 125.

Zarazúa puso los reflectores mediáticos sobre sí en 2020 cuando se convirtió en la primera mexicana desde Gavaldón en 1995 en avanzar en una primera ronda de un Grand Slam con su triunfo en su presentación en Roland Garros.