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Rusia lanzó un nuevo bombardeo con misiles y drones contra la infraestructura energética de varias ciudades de Ucrania y, en contraparte, dos aeródromos militares rusos, lejos de la frontera con Ucrania, sufrieron ataques con drones de fabricación soviética, pero lanzados por el ejército ucranio.

Desde temprana hora los radares de la defensa antiaérea ucrania encendieron las alarmas ante la inminente llegada de misiles y drones, por octava ocasión desde que Rusia se planteó la meta de destruir las instalaciones civiles que aseguran luz, calefacción y agua a las ciudades de Ucrania y hoy está dañada la mitad de la red energética del país.

La permanencia de Rusia en la central nuclear depende de que el ejército ucranio, antes de que arrecie el invernal frío, logre o no entrar en la ciudad de Energodar, a 120 kilómetros, con lo cual las tropas rusas, si no se retiran del lugar, quedarían rodeadas y sin posibilidad de recibir ningún suministro para subsistir el sitio.

En un breve video en su cuenta de Telegram, el presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, afirmó que la defensa antiaérea logró derribar la mayoría de los misiles –60 de los 70– lanzados por Rusia desde los mares Negro y Caspio, así como de la región rusa de Rostov.

Los militares rusos informan que este lunes destruyeron 17 instalaciones que “complican el traslado de reservas del ejército ucranio por ferrocarril y de armamento extranjero y municiones a la zona de combates”.

La aviación desempeña un papel de primer orden en los ataques con misiles y, quizás por eso, no es casual, que Ucrania –de acuerdo con la versión rusa y a falta de confirmación o desmentido por parte de los ucranios– haya atacado bombarderos estratégicos –llamados así por tener como función portar ojivas nucleares a larga distancia–, en dos aeródromos militares en Rusia.